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Los Diez Estados de vida, también conocidos como Diez Mundos (jikkai) componen la base de la filosofía de vida que explica el Budismo e indican diez condiciones en las que una entidad de vida se manifiesta en el curso del tiempo. Con la comprensión de los diez estados de vida puede aprenderse un modo correcto de vivir así como crear un destino mejor.

Cada uno de nosotros fluctuamos de uno a otro, en cualquier momento, según nuestra interacción con el entorno. De manera que en cada momento uno de los 10 mundos se manifiesta y los otros nueve permanecen latentes.

Del inferior al superior, ellos son:

1) Infierno (jigoku): Es un estado dominado por un impulso de destrucción, que puede producir no sólo la propia aniquilación, sino también la de los demás. Es un estado de infelicidad, de depresión y angustia constantes. No es posible enfrentarse al mundo exterior, lo que produce el debilitamiento de la fuerza vital. Concretamente, este estado representa el sufrimiento y la desesperación más extremos, en el cual percibimos que no tenemos libertad de acción.

2) Hambre (gaki): El hambre es un estado de ser dominado por el deseo insaciable de dinero, poder, posición social o lo que sea. Mientras los deseos son una parte inherente de cualquiera de los diez mundos, en este estado estamos a merced de nuestras ansias y no podemos controlarlas.

3) Animalidad (chikusho): En este estado estamos regidos por los instintos. No desplegamos ni la razón ni la moral, ni la habilidad de tomar decisiones a largo plazo. En este mundo de la animalidad, operamos de esta forma: “el pez grande se come al pez chico” No vacilamos en aprovecharnos de los más débiles y adular a los que son más fuertes. En este estado se carece de sabiduría para controlarse.

4) Ira (shura): “la perversidad es el estado de Ira”. En este estado sólo nos estimamos a nosotros mismos y tendemos a despreciar a otros. Consciente de su propio yo, pero dominado por el egoísmo, uno es incapaz de comprender las cosas como son y menosprecia y agrede la dignidad de los demás. Estamos firmemente aferrados a la idea de nuestra superioridad y no podemos soportar admitir que alguien nos supere en algo.

5) Tranquilidad (nin): Es un estado de vida calmado, pasivo, del que podemos cambiar fácilmente. En este estado, en que uno es capaz de controlar temporariamente sus deseos e impulsos y se puede vivir una vida pacífica, en armonía con el entorno y con otras personas. Aunque somos muy vulnerables a las potentes influencias externas.

6) Éxtasis (ten): Es el aspecto en que uno, se siente airoso, despejado, alegre, gozoso, satisfecho, etc. Esta es una condición en la que existen el contento y la alegría por haberse liberado del sufrimiento, y la satisfacción de haber concretado algún deseo. El tiempo que dura este estado no es muy largo, puesto que no tiene cimiento alguno que lo sostenga.

Estos seis estados desde Infierno a Éxtasis se denominan los seis caminos o mundos inferiores. Tienen en común el hecho de que su aparición o desaparición dependen de las circunstancias externas. Surgen por el imperio de los impulsos o deseos, pero quedan bajo el absoluto control de las restricciones que les impone el entorno y son extremadamente vulnerables a las diferentes circunstancias. En estos seis estados basamos toda nuestra felicidad en aspectos exteriores.

7) Aprendizaje (shomon): Es el estado en que cada uno desea la superación de sí mismo, por lo que aprende con humildad los pensamientos, los estudios y las experiencias de la vida. Uno lucha por un estado de satisfacción y estabilidad, mediante la reforma y el desarrollo de la propia vida. Es la condición en la que uno se dedica a forjar una vida mejor, aprendiendo de las ideas, el conocimiento y las experiencias de sus antecesores y contemporáneos.

8) Autorealización – Comprensión (engaku): Es una condición similar a la de Aprendizaje, diferenciada porque uno trata de dominar el proceso de la propia transformación mediante la observación directa de los fenómenos. En este estado buscamos la verdad no a través de las enseñanzas de otras personas, sino por medio de nuestra propia percepción directa del mundo. Por ejemplo, las actividades creativas de los artistas y los destellos de sabiduría gozadas a través de los sinceros esfuerzos de los hombres pueden ser demostraciones de la participación mencionada.

Estos dos estados de Aprendizaje y Autorrealización se llaman los “dos vehículos”. Habiendo comprendido la impermanencia de las cosas, cuando están en estos dos estados, tienden a mirar con desdén a los que están en los seis caminos- los que no han alcanzado este nivel de entendimiento todavía y se hallan a merced de las condiciones externas. Las personas en estos estados tienden a sentirse satisfechos con su progreso sin descubrir el potencial supremo de la vida humana: el noveno y décimo estado.

9) Bodhisattva (bosatsu): Es un estado signado por la misericordia, en el que el individuo se dedica a la felicidad de los demás. Los bodhisattvas son los que aspiran a lograr la iluminación y a la vez están comprometidos a que todos los demás seres humanos la alcancen también. Teniendo conciencia de los lazos que nos unen a todos los demás, en este estado comprendemos que toda felicidad que gozamos únicamente es parcial y por eso nos dedicamos a aliviar el sufrimiento de otros. Los que están en este estado encuentran que su mayor satisfacción proviene del comportamiento altruista.

10) Budeidad (butsu): Esta condición se alcanza cuando uno logra la sabiduría de percibir la realidad última de su propia vida y adquiere la infinita misericordia de dirigir constantemente sus acciones hacia objetivos benevolentes; cuando desarrolla un yo eterno y una pureza absoluta en su vida, que nada puede mancillar. La Budeidad es un estado ideal que se puede alcanzar a través de la práctica budista, es algo que uno experimenta en la profundidad de su ser al tiempo que continúa actuando con benevolencia en su vida diaria. En otras palabras, la Budeidad se manifiesta diariamente en la conducta del bodhisattva: buenas acciones y actos misericordiosos. Se caracteriza por la compasión infinita y la sabiduría ilimitada. En este estado, de manera armoniosa, podemos resolver lo que desde el punto de vista de los nueve estados parecen ser contradicciones indisolubles.



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