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Revolución Humana

Tenemos la tendencia a pensar que la felicidad es causada por algo externo a nuestra vida: algo que nos “convierte” en seres humanos felices. La felicidad a la cual se refiere el Budismo no depende de sucesos externos, sino que la verdadera felicidad se revela cuando manifestamos nuestro estado de Buda. Lograr esto requiere un cambio desde adentro, no externo. A esta transformación interna se le llama “revolución humana” y es el objetivo de la práctica del Budismo de Nichiren Daishonin.

El pensamiento budista esquematiza un método práctico no sólo para ayudar a que los individuos superen sus sufrimientos, sino para cambiar a la sociedad en forma integral.

La revolución humana es el nombre que Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai, usaba para describir este proceso de liberación del espíritu desde el interior del individuo. Es un proceso continuo de renovación y revitalización en el que cada persona desarrolla la capacidad interior ilimitada para llevar una vida creativa y así contribuir con su propio esfuerzo al mejoramiento de la sociedad.

La vida es una lucha con nosotros mismos; es un intenso combate entre avanzar y retroceder, entre la felicidad y la desdicha. Estamos cambiando constantemente, pero el problema real es si estamos cambiando para bien o para mal, si tenemos éxito en engrandecer nuestra estrecha visión centrada en nosotros mismos y asumir una visión más amplia.

Nada es más difícil, que el confrontarnos y transformarnos a nosotros mismos. Siempre resulta tentador decidir: "Este es el tipo de persona que yo soy", que retar nuestras propias debilidades.

Una transformación interior para bien, en una sola persona, es el giro esencial en el proceso de formar un género humano más fuerte y más sabio. La revolución humana es la más fundamental e importante de todas las revoluciones. Esta revolución -el proceso interno de autoreforma- es una revolución totalmente pacífica. En ella, todo el mundo gana y no hay víctima alguna.

Pero no podemos realizar este proceso solos. Es a través de nuestras interacciones con otros que pulimos nuestras vidas y crecemos como seres humanos. Al realizar acciones por los demás y comprometernos positivamente con ellos, nos volvemos personas más disciplinadas y mejores. Pero esto no significa hacer que otros sean felices mientras nos ignoramos a nosotros mismos o a nuestra propia felicidad. La felicidad que creamos como individuos, y los fuertes lazos que creamos unos con otros, generan la felicidad de toda la humanidad.

En su novela La Revolución Humana, el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, señala: "Una gran revolución interior en un solo individuo posibilitará el logro de una transformación en el destino de la sociedad y, más aún, hará posible una transformación en el destino de toda la humanidad".



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